La morsa es un animal marino de la superfamilia de los pinnípedos conocida por los científicos como Odobenus rosmarus. Para ciertos pueblos aborígenes de las zonas árticas, como los inuit, las morsas han jugado en papel importante en su supervivencia y desarrollo, por eso en sus leyendas, mitos y obras de arte pueden encontrarse referencias directas a las morsas. Los occidentales comenzaron a cazar de forma intensiva a las morsas en el siglo XVI cuando iniciaron las exploraciones de los territorios árticos del sur y esto supuso una amenaza grave para la especie.
Una morsa es un mamífero carnívoro de gran tamaño, es la única especie de la familia de los odobénidos que no se encuentra extinta. Los biólogos marinos especializados en el estudio de la evolución de las especies animales modernas creen que las morsas descienden de un antiguo ancestro caniforme emparentado con los osos modernos. Aunque las morsas son unos animales que viven en el Ártico, el estudio de los fósiles que se han encontrado sugieren que estos animales descienden de un ancestro de origen tropical que quedó aislado en la zona del Océano Atlántico y que con el tiempo se fue adaptando a las condiciones de vida en ese entorno con bajas temperaturas. Se conocen tres subespecies de morsas, a saber:
El origen de la palabra morsa según los lingüistas proviene del inglés arcaico morse. Esta a su vez es una voz prestada de las lenguas eslavas. Hoy en día en inglés a las morsas se les conoce como walrus que un vocablo que proviene de los dialectos del norte de Alemania y que quiere decir: caballo-ballena. El nombre científico con el que se conoce a la morsa es Odobenus rosmarus. Odobenus es una voz compuesta por dos partículas griegas: odous que significa diente y baino que en griego antiguo significa caminar. Esto hace referencia a la costumbre de las morsas de utilizar sus grandes colmillos para salir del hielo. Se cree que la palabra rosmarus es una latinización de la voz eslava morze, en 1539 Olaus Magnus la utilizó para describir a las morsas y desde entonces fue adoptada por los científicos.
Los colmillos de la morsa son, sin lugar a duda, una de sus características más destacadas, aunque por increíble que parezca los fósiles indican que las especies de morsas extintas no contaban con unos colmillos tan prominentes. Los colmillos de las morsas son unos caninos elongados que se encuentran tanto en el macho como en la hembra, pero en el macho son más grandes. Las morsas macho utilizan los colmillos para demostrar superioridad, los machos con los dientes más grandes y fuertes son los que lideran los grupos. Estos grandes colmillos pueden llegar a medir un metro de largo y pesar hasta cinco kilos. Un dato curioso relacionado con la dentición de las morsas es que, aunque poseen unos colmillos bastante prominentes en su mandíbula se encuentran pocos dientes (dieciocho en la mayoría de los casos). Las morsas son unos mamíferos de gran tamaño, las morsas del Pacífico por ejemplo, pueden llegar a pesar entre ochocientos y mil setecientos kilos, pero existen registros de ejemplares que han pesado más de dos mil kilos. Las morsas del Atlántico pesan de diez a veinte por ciento menos que las morsas del Pacífico. Las morsas macho de la subespecie atlántica pueden pesar en promedio novecientos kilos. Las hembras de la subespecie del Atlántico por su parte pueden pesar entre quinientos sesenta y cuatrocientos kilos y las morsas hembras de la subespecie del Pacífico pueden llegar a pesar hasta ochocientos kilos. Las crías al momento de nacer son bastante grandes y pesadas, una cría de morsa puede medir de cien a ciento cuarenta centímetros y pesar de treinta y cinco a ochenta y cinco kilos, sin importar la subespecie o si es macho o hembra. El tamaño de las morsas adultas de ambas especies va de los dos metros a los tres metros con sesenta centímetros.
Las morsas son animales pesados porque cuentan con grandes depósitos de grasa almacenada debajo de la piel, esa capa de grasa sirve para hacerle frente al frio y además les provee de energía. La capa de grasa de una morsa adulta suele tener un espesor de quince centímetros. Pero la piel de estos animales también es espesa. En los hombros y en el cuello de los machos la piel puede llegar a tener hasta diez centímetros de espesor. Las morsas tienen poco pelo, apenas cuentan con unas pocas fibras, lo que les da una apariencia calva, pero estas no necesitan un pelaje abundante para protegerse del frío porque la capa de grasa y la gruesa piel las mantienen cálidas. Las morsas jóvenes son de un color marrón oscuro, luego su piel se va haciendo más clara conforme envejecen. Los machos más viejos tienen la piel muy clara, casi rosa y pueden verse de color blanco mientras nadan en el agua helada. En el cuello, justo debajo de la garganta, las morsas poseen un saco de aire que funciona como mecanismo de flotación que les permite mantener una posición vertical y la cabeza fuera del agua, lo que resulta muy útil a la hora de dormir. Otra característica de estos mamíferos marinos es la presencia de grandes bigotes en la zona rostral. Una morsa adulta puede tener hasta setecientas hebras de hasta treinta centímetros organizadas en trece o en quince grupos. Los bigotes tienen propósitos sensoriales.
Las morsas son depredadores oportunistas que se alimentan de una gran cantidad de organismos marinos. Aunque su alimento preferido son cierta clase de moluscos bivalvos de las zonas bénticas también suelen comer camarones, cangrejos, corales blandos y pepinos de mar. Para atrapar a sus presas las morsas pueden sumergirse hasta los ochenta metros de profundidad y rastrear en el sustrato que en las regiones donde vive casi siempre está formado por plataformas de hielo. Estos mamíferos pueden permanecer hasta por noventa minutos debajo del agua buscando a sus presas, utilizando la capacidad sensorial de sus bigotes y removiendo el lodo y los sedimentos del agua del fondo utilizando su cuerpo para provocar corrientes de agua. Las morsas comen la carne de sus presas de una forma bastante curiosa, no utilizan los dientes sino que succionan a sus capturas utilizando sus potentes labios. La estructura bucal de estos mamíferos ha evolucionado para permitir la succión efectiva de los alimentos. Las morsas rara vez mastican a sus presas. La búsqueda de alimentos de las morsas marinas tiene grandes efectos positivos en el ecosistema béntico ya que la remoción de sedimentos del lecho marino que provocan moviliza nutrientes, microorganismos, minerales y además oxigena el sustrato.
Los depredadores naturales de la morsa marina son dos: la ballena asesina y el oso polar. Por su tamaño y ferocidad la morsa no es una presa habitual de la orca y el oso, por eso estos suelen preferir morsas jóvenes o individuos débiles. Existen registros de encuentros entre morsas y osos polares y entre ballenas asesinas y morsas. Las morsas pueden hacerles frente a los osos polares e incluso a las ballenas.
La mayoría de las morsas del Pacífico pueden encontrarse durante el verano principalmente en el norte del Estrecho de Bering, en las costas del norte de Siberia oriental, en el Mar de Chukchi y cerca de la Isla Wrangel en el mar de Beaufort, también en las costas del norte de Alaska. Otro número más reducido de ejemplares pasan el verano en la Península de Chukchi y en la bahía de Bristol en las costas del sur de Alaska. Durante la primavera y el otoño las morsas se reúnen a lo largo del estrecho de Bering. En el invierno permanecen en el mar de Bering y en las costas del sur de Alaska. Por su parte, las morsas del Atlántico se encuentran en el Ártico canadiense, en Groenlandia y en la parte occidental del Ártico Ruso. Las morsas del mar de Láptev se encuentran durante todo el año en la zona central y occidental del mar de Láptev, en el extremo oriental del mar de Kara y en el extremo occidental del Mar Siberiano del Este.
Las morsas alcanzan la madurez sexual a los siete años, pero se reproducen cuando están lo suficientemente desarrolladas físicamente (a los quince años, aproximadamente). La temporada de apareamiento de estos mamíferos marinos va de enero a marzo y tiene su punto más alto en febrero. Los machos se reúnen en el agua alrededor de ciertas porciones de hielo donde se encuentran las hembras y comienzan a competir emitiendo sonidos para llamar la atención. Las hembras eligen pareja y entran al agua para copular. El periodo de gestación de las morsas marinas es largo, puede durar de quince a dieciséis meses. Según los biólogos las hembras de la especie pueden controlar la implantación embrionaria. Los científicos expertos explican que la diapausa embrionaria de las morsas es una estrategia evolutiva que les permite a estas criaturas realizar ciertos procesos biológicos en función de las condiciones del entorno para aumentar la probabilidad de supervivencia de las crías. Las crías suelen nacer durante la temporada de inmigración que tiene lugar de abril a junio. Los bebés de nutria al nacer son bastante grandes y tienen la capacidad de nadar. Las madres cuidan a sus crías de forma activa y las amamantan por más de un año, pero suele ocurrir que los ejemplares jóvenes se quedan junto a sus madres hasta por cinco años aunque ya están aptos para sobrevivir sin cuidados. Los biólogos marinos han descubierto que el proceso de crecimiento de las morsas es lento porque la leche que producen las hembras es baja en grasas, por eso las madres tienen que amamantar por varios meses a sus crías para que alcancen un desarrollo óptimo. Las morsas pueden llegar a vivir de veinte a treinta años en su hábitat natural.
Las morsas fueron cazadas de forma intensiva durante el siglo XVIII y XIX, la caza indiscriminada casi causa la extinción de la especie de morsas del Atlántico. En la actualidad la casa de estos mamíferos marinos está prohibida por la ley en todos los territorios en los que se encuentra la especie. Solo los miembros de las tribus Inuit, Yupik y Chukchi pueden cazar cierta cantidad regulada al final del verano. Los cazadores europeos y norteamericanos cazaban a la morsa por su piel y por el marfil de sus grandes colmillos. La carne de morsa no era muy preciada por los occidentales, en cambio la lengua era considerada un manjar. Los cazadores tribales en cambio aprovechaban cada una de las partes de la morsa marina.
En la actualidad los aborígenes del Ártico siguen aprovechando la morsa por completo. La caza del mamífero se encuentra regulada por las autoridades que designan a un encargado por cada comunidad aborigen para que controle la cacería. Los biólogos y los miembros de ciertos grupos ambientales dudan de la sostenibilidad de ese método de cacería controlada porque cada año miles de morsas son cazadas. Además, existen otros factores que ponen en riesgo la supervivencia de las morsas, como el cambio climático, la destrucción del hábitat y los derrames petroleros. Según las autoridades la morsa es un animal cuyo estatus de conservación es bajo amenaza.