El roquero solitario es un bellísimo pájaro, pariente cercano de los mirlos y los zorzales, des aspecto grácil y esbelto, que mide entre 19 y 22 centímetros y pesa entre 30 y 55 gramos. El macho adulto tiene un plumaje inconfundible, de color azul metálico brillante muy llamativo, uniforme, aunque algo más oscuro en las alas y la cola, que se ennegrece en invierno. La hembra adulta presenta un plumaje mucho más discreto, de tonos pardo-grisáceos, con un barreado muy sutil y la cola negruzca. Los jóvenes se parecen a la hembra, pero son más ocráceos. Las patas son relativamente largas y fuertes, así como el pico, que es muy robusto.
El roquero solitario es un pájaro muy alegre y vivaz, que se mueve casi constantemente entre las rocas. Muy ágil corriendo, tiene además un vuelo potente y muy ondulado. De costumbres más bien solitarias, no es sin embargo difícil verlo en parejas o pequeños grupos familiares. Al posarse suele dejar las alas colgando.
Tiene un bello canto aflautado que recuerda al del mirlo y una variada gama de reclamos duros y suaves.
En algunos países del mar mediterráneo oriental como Grecia y Malta, los roqueros fueron muy codiciados como pájaros de jaula y que los malteses solían colgar trapos rojos de sus jaulas, porque con ello crían ahuyentar la mala suerte.
El roquero solitario es un ave característica de áreas rocosas, desde acantilados marinos a cárcavas en montañas del interior, altiplanos y laderas rocosas, canteras y ruinas y, tras la continua expansión humana, este pájaro se está habituando a frecuentar las edificaciones en pueblos y pequeñas ciudades.
Sin ser muy común e incluyendo a varias subespecies, está repartido por Europa (zona sur) y noreste de África, Asia y China. En pequeñas islas es raro, pero ha sido visto.
El roquero solitario se alimenta principalmente de insectos, que caza lanzándose sobre ellos desde su posadero, pero también gusanos, caracoles, arañas, atreviéndose incluso con pequeños vertebrados como lagartijas. En otoño e invierno completa su dieta con bayas.
Monticola solitarius es un ave que anida en grietas de las rocas, pero también en ruinas y campanarios. La única puesta tiene lugar en mayo y se compone de 4 a 6 huevos. La incubación de los huevos es realizada sólo por la hembra y dura unos quince días.