La perdiz blanca o perdiz nival es una gallinácea de montaña del género Lagopus (lagopodos), pariente cercana de perdices y codornices, mide en torno a los 35 centímetros y pesa hasta 600 gramos, de aspecto muy rechoncho, con la cabeza pequeña y el pico diminuto ligeramente ganchudo, y con las patas robustas, pero cortas, recubiertas de un denso plumón y con los pies provistos de fuertes uñas.
El plumaje en ambos sexos varía mucho de invierno a verano, con numerosas etapas intermedias, siendo las alas siempre blancas, muy conspicuas en vuelo. En invierno ambos sexos son casi enteramente blancos, salvo por la cola, que es negruzca, y por la línea ocular negra del macho. Durante la estación templada, el plumaje de invierno lo sustituyen por plumas grises o marrones con manchas más oscuras, excepto las alas que permanecen de color blanco con una linea gris a lo largo de los huesos del ala exactamente en el omóplato y húmero.
El plumaje nupcial de éste es pardo grisáceo, muy barreado en sus partes superiores, pecho y flancos, con una muy visible carándula roja sobre el ojo, mientras que la hembra muestra una coloración toda ella leonada, con la carándula más difuminada. Los jóvenes presentan un plumaje muy barreado de pardo, negro y ocre.
La perdiz blanca es una especie de costumbres diurnas, muy terrestre, sólo alza el vuelo en casos de extrema necesidad, prefiriendo siempre huir a la carrera. Su vuelo es rápido con pesados aletazos. La cambiante coloración de su plumaje le ayuda a pasar inadvertido en todas las épocas del año en el medio donde vive. En invierno suele excavar agujeros en la nieve para pasar la noche.
La perdiz nival emite un característico croar ronco y un sonido de alarma chasqueante que le delata.
Sus peores enemigos, más que sus predadores naturales, como el águila o el zorro, son actualmente la proliferación de pista de esquí y la práctica del motorismo de montaña.
La perdiz nival esta confinada a la alta montaña, por encima del nivel del bosque, en áreas subalpinas con escasa vegetación y laderas pedregosas. Durante las frías noches invernales, la perdiz nival excava un refugio en la nieve que también le sirve de protección ante depredadores hambrientos cuando más excasea la comida. Desde dicho refugio asoma la cabeza para avistar posibles enemigos y también al estar en una zona más elevada le permite ver a sus compañeros y controlar su alimento.
Sólo está presente en ciertos puntos de los Pirineos, Alpes y cordilleras de Asia y Europa, con una población total de unos pocos centenares de ejemplares, por lo que urge su inmediata protección.
La perdiz nivel se alimenta de materia vegetal muy diversa, desde hojas, brotes y bayas a líquenes y raíces.
La perdiz nival anida en una somera depresión, en el suelo. La puesta consta de hasta 10 huevos y la incubación, a cargo sólo de la hembra, dura unos 25 días. Los son nidífugos y al poco de nacer ya corretean nerviosos en torno a su madre.