Las libélulas son unos populares insectos que pertenecen al orden e infraorden taxonómico: odonata anisoptera. Tomando en cuenta los estudios realizados a los fósiles encontrados en rocas del periodo carbonífero, se estima que los antepasados de las libélulas modernas vivieron hace más de 300 millones de años. Eso quiere decir que las libélulas forman parte de un grupo antiguo de insectos. Aunque en la actualidad la mayor proporción de las libélulas se encuentran sobre todo en la zona tropical, las antiguas anisopteras habitaban en buena parte del globo (se han encontrado fósiles de libélulas primitivas en los territorios que hoy corresponden a Rusia, los Estados Unidos y Australia).
Los lingüistas explican que la palabra libélula tiene su origen en la voz latina, científica y moderna libellula. Esta palabra puede traducirse como pequeña balanza y se refiere al equilibrio del insecto al volar. Las distintas culturas han otorgado distintos significados a estos insectos voladores, pero casi todos hacen referencia al balance, la estabilidad, el equilibrio. En Egipto se han encontrado amuletos antiguos con la figura de la libélula donde se creía era portadora de buena suerte. Para las tribus nativas de los Estados Unidos las libélulas eran portadoras de sabiduría y salud, eran consideradas insectos con propiedades curativas, al punto que los Hopi y los Zuni las llamaban las “doctoras de las serpientes” porque creían que las libélulas siempre iban siguiendo a las víboras para curarlas si resultaban heridas. Otras tribus nativas de Norte América, como la tribu Navajo, consideraban a la libélula un animal purificador de las aguas y lo asociaban a la pureza. En Japón las libélulas son asociadas con la temporada otoñal, los japoneses creen que estos insectos representan el renacimiento, la fuerza, la felicidad y el coraje. En China la libélula es un símbolo de cambios y estabilidad. En el continente asiático estos insectos son considerados positivos al punto que son usados en la medicina tradicional, en cambio en algunos lugares de Europa las libélulas eran considerados insectos malignos.
Los insectos anisópteros se caracterizan por su cuerpo alargado y robusto, que contrasta con el cuerpo de los caballitos del diablo (más delgado y pequeño). Las libélulas adultas tienen su cuerpo dividido en tres segmentos fácilmente identificables:
Su cuerpo puede tener distintas tonalidades sobre todo en la zona del abdomen. Presenta en la zona abdominal colores en forma de Las libélulas cuentan con un exoesqueleto formado por placas quitinosas y rígidas que están unidas por unas membranas flexibles que les facilitan la movilidad. La cabeza de las libélulas es grande y en ella se distinguen con claridad unas pequeñas antenas y unos grandes ojos compuestos. La mandíbula de la libélula está provista de dientes, se encuentra en la parte inferior de la cabeza y puede impulsarse hacia delante con rapidez para atrapar presas. Las alas de los anisópteros se sostienen en una poderosa base formada por músculos torácicos. Además del par de alas, en el tórax también se encuentra la base de los tres pares de patas que han evolucionado para atrapar presas. Las alas de estos insectos son grandes y membranosas, tienen la particularidad de ser anchas en la base y delgadas en la punta. Uno de los rasgos más característicos de las libélulas es el largo y delgado abdomen que le da una apariencia bastante curiosa. Ese abdomen está formado por diez segmentos que pueden observarse a simple vista. Por su parte las larvas de las libélulas (conocidas como ninfas) suelen tener características físicas muy diversas en función de la especie. Las libélulas adultas cuentan con una pigmentación de aspecto metálico e iridiscente que funciona como una especie de camuflaje durante el vuelo.
En esta sección respondemos algunas de las preguntas más frecuentes relacionadas con las libélulas.
No, aunque cuentan con una mandíbula provista de dientes, las libélulas no pueden picar ni morder a los humanos. La forma en la que está dispuesta su boca solo les permite morder insectos. La mandíbula de las libélulas no puede dañar la piel humana.
No, las libélulas hembras solo cuentan con un tubo ovopositor. Una especie de cilindro delgado y alargado que utilizan para poner sus huevos, pero se trata de un apéndice inofensivo que solo le sirve con fines reproductivos.
El ciclo vital de estos insectos es variable. Algunas completan todo su ciclo de vida en seis meses, mientras que otras libélulas más grandes pueden vivir hasta seis o siete años. Las libélulas suelen pasar buena parte de su vida en forma de larva. Las pequeñas libélulas que llegan a vivir hasta seis meses pueden pasar solo un par de semanas en su fase adulta. Las libélulas más grandes solo pasan cuatro meses en su fase adulta voladora.
Muchas son depredadas, algunas mueren de forma accidental, mientras que un gran grupo de libélulas adultas muere de hambre por la escasez de alimentos en el hábitat. Esto es común sobre todo en aquellos lugares que han sido intervenidos por el hombre.
Según los biólogos y entomólogos la forma más fácil de explicar el ciclo vital de las libélulas es dividiéndolo en dos fases:
Cuando se encuentran en su fase larval las libélulas o ninfas viven en el agua y ahí son capaces de comer casi cualquier cosa que pueda ser mordida y tragada, pueden comer insectos y materia vegetal, pero las larvas más grandes incluso pueden comer pequeños peces y crustáceos. Las libélulas adultas se alimentan de insectos como: moscas, mosquitos, mariposas y otras libélulas más pequeñas.
Ese particular vuelo de la libélula que implica inmersión de la cola en el agua no es otra cosa que el ritual de liberación de huevos. Cuando las libélulas acarician el agua con la parte posterior de su cola están poniendo sus huevos. Los huevos de las libélulas están envueltos en una sustancia viscosa parecida a la gelatina que tiene una función: evitar que los huevos se sumerjan adhiriéndose a la vegetación.
Las libélulas tienen grandes ojos compuestos y una excelente visión. Ese sentido de la vista tan desarrollado les permite a las libélulas capturar incluso a los insectos más pequeños durante el vuelo. Los ojos de las libélulas están formados por miles de pequeños lentes que de forma individual pueden considerarse de baja definición, pero al funcionar en conjunto les permiten a las libélulas observar pequeños objetos en movimiento a altas velocidades.
Sí, las libélulas son insectos rápidos. La velocidad del vuelo de los anisópteros es variable, algunas fuentes hablan de velocidades sorprendentes cercanas a los cien kilómetros por hora, pero los biólogos y entomólogos son más conservadores a la hora de hablar sobre la velocidad de vuelo de estos insectos y prefieren decir que las libélulas pueden alcanzar una velocidad máxima de cuarenta kilómetros por hora.
Existen más de 3200 especies de libélulas. Estas especies están clasificadas en casi cuatrocientos géneros y once familias. Estas se encuentran en las distintas regiones del mundo con excepción de la Antártida.