La grulla japonesa, Grus japonensis, es un ave de grandes dimensiones que suele ser comparada a menudo con la cigüeña, aunque, por sus características, no tienen nada que ver entre ellas. También se la conoce como la grulla de corona roja y tiene un simbolismo muy interesante en Oriente (se la relaciona con un símbolo de la buena suerte en diferentes ámbitos como en el amor, fidelidad o con la buena suerte). De entre todas las especies de grullas, la grupa japonesa es la más rara. Entra dentro de la clasificación de las aves zancudas por la longitud de sus patas. Gracias a este tamaño puede realizar movimientos elegantes cuando se desplazan andando. La grulla japonesa tiene una longitud aproximada de 145-155 centímetros, pesa entre 7-11 kilogramos y la extensión de las alas va desde los 210-255 centímetros.
La grulla japonesa se alimenta casi de todo, pero suelen preferir el alimento que extraen de aguas profundas (cómo pueden ser ranas o algunos insectos). Prefieren las aguas profundas, ya que de las mismas es más fácil extraer el alimento que necesitan. Pueden consumir tanto peces, como algunos invertebrados acuáticos. Sin embargo, este tipo de alimentación cambia bastante cuando llegan las altas temperaturas. Durante la época del verano, la dieta de la grulla japonesa se basa en el pasto, aunque también se puede alimentar de insectos, incluso hasta de pequeños roedores. Complementan su alimentación siguiendo una dieta vegetal compuesta por hojas y semillas. Con su gran pico pueden sondear el agua y la tierra en busca de elementos comestibles. Cómo curiosidad, la grulla japonesa es capaz de alimentarse mientras se desplaza, picando lo que pueda encontrar entre la maleza.
Se agrupan en bandadas: buscan alimento, bebe y duermen en el mismo grupo y, a la hora de emigrar, se suelen formar bandadas de migraciones que pueden llegar a los 450 individuos. Ahora bien, como suele pasar con otras especies de grullas, los grupos que se forman para las migraciones no son permanentes, solo ocasionales.
La grulla japonesa puede vivir en diferentes partes del mundo, muy alejadas entre sí.
Aunque por su propio nombre podríamos pensar que la grulla es habitual en Japón, lo cierto es que es un visitante menos común tanto allí, como en Corea.
La forma de comportarse de la grulla japonesa es unirse a otra grulla de por vida: una vez que se unen, no se separan. Incluso hasta harán exhibiciones que harán que esta unión se refuerce. El macho corteja a la hembra y después crean el nido, que estará a una altura aproximada de unos 3 metros.
La nidada se hace entre los meses de mayo a julio: ahora bien, en el caso de que esta se pierda, harán una nueva cuando hayan pasado un par de semanas. La hembra suele poner un entre 1-2 huevos. Estos tendrán un periodo de incubación comprendido entre los 28-35 días. Una vez que termina dicho periodo, los huevos eclosionarán y tan solo necesitarán de algunos días para dejar el nido. Sin embargo, necesitarán de algunos más para aprender a volar. Los padres se encargarán de proveerles el alimento que necesitan para la supervivencia. Desgraciadamente, de los dos polluelos que suelen tener, tan solo suele sobrevivir uno de ellos.
La grulla japonesa es una especie de grúllido que está en peligro de extinción. Aparece en la Lista Roja de UICN. La razón de que estén clasificadas de tal manera es que fueron cazadas hasta que casi se extinguieron a lo largo del año 1900-1990. La razón de ello fue por su plumaje, el cual era muy codiciado.
Además, su hábitat también ha sido muy reducido debido a la extensión de la agricultura y desarrollo. Los humedales, lugar que prefieren las grullas japonesas para vivir, es un ecosistema de fácil fracturación, por lo que están en riesgo de desaparición. También son muy utilizados para la agricultura.
Debido a esta delicada situación, se han hecho algunas leyes a nivel internacional con el objetivo de proteger la especie y su entorno. Por eso está penado con cárcel a quien intente cazar la grulla japonesa en los países donde realice su ciclo de vida ya sea parcial o totalmente. A día de hoy existen ciertas zonas protegidas que permiten la conservación de la especie. Desde la década de los 70 se ha estado investigando las necesidades que tiene la grulla, como tiene que ser su hábitat y su biología reproductiva, con el objetivo de mejorar sus condiciones.
Estas características definen lo que a día de hoy sabemos sobre la grulla japonesa.